Hombría desmesurada, violencia sin límites, mentiras,
traiciones y oscuros secretos sobrevuelan en el aire de Charming, un
pequeño pueblo ubicado al norte de California. Allí, entre viejas motos y lo
que pareciera ser un inofensivo taller mecánico, se encuentra ubicada la sede
original de los Hijos de la Anarquía. Un grupo de motociclistas con estructura
patriarcal, que opera al margen de la ley y llena sus bolsillos con el dinero
proveniente del tráfico ilegal de armas.
Lejos del glamour de las costas del Este,
Charming es una localidad rural que conlleva un ambiente árido por
donde se lo mire. Largas carreteras desoladas se convierten en el escenario de
oscuras transacciones y brutales batallas entre bandas.
El club, presidido por uno de los personajes
más oscuros de la serie, Clay Morrow, protege y controla ciertos aspectos del
pueblo mediante influencias en la comunidad,
sobornos, policías corruptos, violencia, extorsión, drogas y tráfico
de armas.
Todo funciona a la perfección, o eso
parece, hasta que una serie de incidentes internos y el nacimiento prematuro de
un hijo, obligan al vicepresidente del Club, Jackson Teller, a cuestionarse las
acciones y decisiones de su padrastro y cabecilla de la organización,
Clay. Las disputas por el poder entre ambos no sólo dividirán el
grupo en dos, sino que además convertirán a Charming en una bomba de
tiempo a punto de estallar.
Un drama con ribetes de comedia negra que
a través de sus personajes y cada una de sus acciones, obliga al espectador a
repensar en conceptos tales como el bien y el mal.
No están solos
Calles libres de drogas a cambio de una
total libertad para cualquier tipo de actividad al margen de la ley. Todo tiene
un precio, y Wayne Unser, un policía a punto de retirarse debido a su
enfermedad, parece dispuesto a pagarlo a cambio de una sola cosa: la tranquilad
en su pequeño pueblo. Tranquilidad, que los Hijos de
la Anarquía están dispuestos a garantizar.
Con la policía estatal en el
bolsillo, Clay y su gente, parecen tener el camino libre para adueñarse de las
calles, pero no todo es tan sencillo como aparenta. Los Hijos de
la Anarquía no están solos en el pueblo y sus objetivos peligran ante
los de las bandas enemigas.
Mantener las calles limpias de drogas los
convierte en principales rivales de los Nórdicos banda neonazi
liderada por Ernest Darby que lucha por la supremacía aria
y utiliza la venta de estupefacientes para financiar sus actos. El
control del territorio, por otro lado, los enfrenta a Los Mayas, banda mexicana
liderada por Marcus Álvarez.
Los Nueve, organización callejera a quienes los
Hijos les proporcionan armas y el IRA autentico de Irlanda, filial terrorista
con la cual negocian el armamento, completan la escena conformando un collage
de intereses contrapuestos, efímeros acuerdos y declaraciones
de guerra que complican las cosas capitulo a capitulo en un continuo in
crescendo de violencia e intriga.
Ellos son
Con tatuajes hasta por los codos, espaldas marcadas
con el ícono del club: nada más y nada menos que la parca con una
guadaña ensangrentada empuñando un fusil, y cicatrices imborrables, estos
chicos malos conducen motos Harley Davidson y visten chaquetas de cuero que
valen más que la vida misma.
Un estilo más que llamativo para circular por las
calles del pueblo.
A la cabeza de esta banda de rudos
matones se encuentra el presidente Clay Morrow, miembro fundador del club, que
supo ocupar mejor que nadie el lugar de John Teller (fundador de los Hijos) una
vez muerto. Incluso se casó con su mujer Gemma Teller y crió a su hijo
Jax.
Clay es un hombre autoritario, dotado de
fuerza y el carácter suficiente para ganarse el respeto del resto de
los miembros del club. El dinero fácil y el deseo de perpetuar la existencia de
la organización, lo inclinaron hacía los negocios sucios. Un personaje que
oculta oscuros secretos.
Jax Teller, hijo de Gemma y heredero natural de
la presidencia, se enfrentará a su padrastro al intentar ,
influenciado por su difunto padre, conducir el club por nuevos caminos que
no estén teñidos de muerte e ilegalidad. El nacimiento de
su primogénito, Abel, diez semanas prematuro debido a la adicción a
la heroína de su madre, hizo lo necesario para que este joven se replantee el
accionar de Clay.
Gemma Teller, es uno de los personajes más influyentes
y temperamentales de la serie. Esa clase de mujer a la que uno
debería temerle. Madre de Jax, esposa de John en primer lugar y de Clay más
tarde, Gemma es el equilibrio, la que mueve los hilos de los Hijos y se convierte
en referente principal para cada uno de sus miembros. Ella tiene un único
objetivo: cuidar a su familia de los peligros externos y está dispuesta a todo
para evitar que dañen a los suyos.
El resto de los miembros de los Hijos de la Anarquía, poseen
personalidades tan dispares que dan lugar a las más interesantes escenas.
Tig Tragger, mano derecha de Clay, un
tipo bebedor y mujeriego dispuesto a respaldar a su presidente en
cualquier decisión que tome sin que las consecuencias importen demasiado.
Opie Winston, amigo de la infancia de
Jax. Está casado con Donna y tiene dos hijos. Se alejó del club luego de pasar
cinco años en prisión, pero el amor que lo une a su grupo es más fuerte que
todo.
Piney
Winston, miembro fundador, es un querido viejo que pasa sus días
conectado a un tubo de oxigeno y bebiendo en demasía. El cariño que sentía
hacía su antiguo amigo John Teller, lo acerca demasiado a su heredero Jax.
Quizás más de lo que le conviene a Clay.
Bobby Munson es el experto en finanzas
del club y en sus ratos libres actúa como imitador de Elvis en fiestas y
espectáculos.
Chibs Telford tiene algo que lo distingue
del resto: una enorme cicatriz recorre su cara de punta a punta. Este escoces
criado en Belfast, se encuentra separado de su mujer y de su hija por Jimmy O,
un mafioso irlandes, que ocupará un rol protagónico al convertirse en enemigo
del club en la tercera temporada.
Juan Carlos “Juice” Ortiz,
puertorriqueño, uno de los miembros más jóvenes y con más sentido del humor.
Todos ellos conforman a los Hijos de la
Anarquía, sin contar a un conjunto de novatos dispuestos a obedecer a sus
lideres para ganarse un puesto, las filiales repartidas por el país y los
miembros encarcelados. Entre ellos Otto, interpretado por Kurt Sutter, director
y productor de la serie.
No importa cuan diferentes sean todos
estos muchachos. Una única cosa basta para dejar de lado las discrepancias y
unirse en un lazo incluso más fuerte que la sangre: su amor hacia el club.