Un drama lleno de golpes y
adrenalina. En pocas palabras, así podría describirse a “Warrior” (La última
pelea). Una película que no da tregua y si bien nos adentramos en el mundo de
las artes marciales conociendo las caras que se enfrentarán en la gran pelea
final, nunca se pierde el suspenso ni las ganas de ver el desarrollo de la
historia.
Nick Nolte (Paddy) es un
veterano de Vietnam que acabó con su familia debido a sus problemas con el
alcohol. Una noche, luego de 14 años de ausencia, recibe la visita del
menor de sus hijos, Tommy, (interpretado por Tom Hardy) ex combatiente de Irak que lo
busca con un único propósito: convertirlo en su entrenador. El objetivo es
ingresar al torneo anual de artes marciales “Sparta” y quedarse con el premio
que consiste en una bolsa de 5 millones de dólares.
El factor sorpresa (si es que
así se lo puede llamar) está en el hecho de que su hermano mayor, Brendan
Conlon (Joel Edgerton) un querido profesor de física y antiguo luchador, se
encuentra sumergido en graves problemas financieros y decide ingresar en el
mismo torneo para salvar su casa y mantener a su mujer y a sus dos
pequeñas hijas.
Y allí comienza una trama
donde el rencor, la ira, el orgullo, y la búsqueda de redención
juegan un papel protagónico. El reencuentro de estos dos hermanos a los que la
vida golpeó a su manera. Una historia llena de misterios que se irán
develando a lo largo de las dos horas que dura la película.
El premio es grande y los dos
quieren quedarse con él. Las razones son distintas pero el objetivo es el
mismo. El guión, del también diector Gavin O’ Connor, resulta evidente desde el
primer minuto: se sabe que el enfrentamiento final llevará el mismo
apellido. Ahora bien, habrá que ver la película para conocer cuál de los
dos hermanos se queda con la victoria.
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